Resistencia al cambio
Estamos en plena primavera ya se siente el olor de las flores y la mayoría de los árboles se visten de verde, en una de mis caminatas por la ciudad me sorprendí al ver unos cuantos arboles con hojas secas, casi a punto de caer pero aferradas y pensé: incluso para algunos árboles aceptar los cambios se les dificulta.
¡Es así! cambiar nos aterra, nos aterran los cambios de hábitos, de trabajo, de ciudad, de país, cambiar de amigos, de pareja e incluso nuestros cambios físicos y si les hablara de cambiar los pensamientos, las conductas negativas sería aún más difícil, cuánto cuesta aceptar que estamos envejeciendo, que la vida en la tierra tiene fecha de caducidad, que en algún momento nos tocará partir y este cuerpo que llevamos de traje lo dejaremos.
¿Por qué nos cuesta tanto? ¿De dónde viene este miedo? Yo diría que viene de algo que se llama “apego” sentimos demasiado apego a todo lo que nos rodea, apegos materiales, familiares, a la apariencia física y si decidimos pensar que lo más natural que nos puede pasar es envejecer ¿sería más fácil? ¿Más llevadero? Qué tal si nos miramos al espejo y agradecemos la dicha de envejecer, envejecer es sinónimo de experiencias, vivencias, aprendizajes, risas, besos, lagrimas, aventuras, coraje, valentía, sueños, metas y un sinfín de anécdotas que nos construyen, agradecer los cambios que hemos planificado y sobre todo los cambios que repentinamente han llegado, que han marcado nuestras vidas y de los cuales debemos extraer esa dosis de aprendizaje, esas gotas de positivismo, debemos agradecer, agradecer cada día todas las circunstancias que estamos viviendo, las que hemos vivido y enfocarnos en vivir cada día mejor, hacer de nuestro presente el momento más valioso.
Cambiar es una ley de vida, la naturaleza lo demuestra constantemente, además cuando realizamos cambios importantes en nuestras vidas crecemos, crecemos muchísimo, el mejor aprendizaje es aquel que obtenemos a través de la experiencia personal y la experiencia solamente no los brinda el tiempo, el tiempo que pasa, el tiempo que nos marca, el tiempo que se ve reflejado en nuestros cuerpos y en nuestra cara.
Envejecer… Dios me permita envejecer y vivir a través de mis propias experiencias, sentir cada etapa de mi vida como única, disfrutarla al máximo sin quejas, no se puede frenar el paso del tiempo, como no podemos frenar el andar constante de la vida, vamos a movernos con el tiempo, vamos apreciarlo, honremos todos los momentos buenos y no tan buenos que hemos experimentado y sobre todo ¡Amate! Así como eres, así como estas, ama tu vida, ama tu cuerpo, ama tus imperfecciones, ama tus etapas, ama tu momento.
Hoy es tu día, hoy puedes mirarte, tocarte, sentirte y finalmente sentirte feliz porque has llegado hasta donde hoy has debido llegar. Gracias vida maravillosa.